Pasar más fame que un maestro escuela
CALLEJA
LA SENDA DE LA FORTUNA
En un pueblo vivía una familia pobre, compuesta de marido, mujer y un hijo que se llamaba Hilario.
La familia vivía en un mísera cabaña de paja, cultivando un terrenito próximo, tan pequeño, que apenas producía lo bastante para que viviesen los tres.
Sin embargo, Hilario fue a la escuela de la aldea más cercana y allí aprendió a leer y escribir, cosa que no sabían sus padres, que jamás habían ido a la escuela. Querian los esposos que el hijo recibiera una mediana educación, aunque para ello tuvieran que sacrificarse.
La instrucción primaria se había declarado gratuita por la ley; pero como ni el Gobierno ni los Ayuntamientos pagan un cuarto a los maestros de escuela, pues siempre los Gobiernos fueron malos pagadores, no había más remedio que dar alguna cosa, Por eso Hilario le llevaba al maestro dos o tres kilos de patatas al mes, y allá por Nochebuena un pichoncito, o a lo más un par de calandrinas.
CALLEJA – CUENTOS EXTRAORDINARIOS
LA SENDA DE LA FORTUNA
En un pueblo vivía una familia pobre, compuesta de marido, mujer y un hijo que se llamaba Hilario.
La familia vivía en un mísera cabaña de paja, cultivando un terrenito próximo, tan pequeño, que apenas producía lo bastante para que viviesen los tres.
Sin embargo, Hilario fue a la escuela de la aldea más cercana y allí aprendió a leer y escribir, cosa que no sabían sus padres, que jamás habían ido a la escuela. Querian los esposos que el hijo recibiera una mediana educación, aunque para ello tuvieran que sacrificarse.
La instrucción primaria se había declarado gratuita por la ley; pero como ni el Gobierno ni los Ayuntamientos pagan un cuarto a los maestros de escuela, pues siempre los Gobiernos fueron malos pagadores, no había más remedio que dar alguna cosa, Por eso Hilario le llevaba al maestro dos o tres kilos de patatas al mes, y allá por Nochebuena un pichoncito, o a lo más un par de calandrinas.
CALLEJA – CUENTOS EXTRAORDINARIOS
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